A Microsoft no siempre le salen bien sus estrategias. Siempre que que lanza un sistema operativo nuevo hay otro que retiene a los usuarios, haciendo que los resultados de adopción sean mucho más bajos de lo esperado.
Con Windows Vista, la mayor parte de usuarios se quedó en XP. Luego llegó Windows 7 que, aún con una velocidad de adopción más alta, seguía sin captar al enorme ejército de fans de XP. El buen hacer de Microsoft en Windows 7 hizo que con el tiempo, muchos de la resistencia dieran el salto. Y parece que la experiencia ha sido tan buena que Microsoft no ha podido hacer lo mismo entre Windows 7 y Windows 8.
En estos momentos, la tasa de uso de Windows 7 es la mayor con un 55% del total de sistemas operativos de sobremesa. Tras más de un año entre nosotros, Windows 8 apenas llega al 7.7% y XP, incluso habiendo bajado mucho, sigue ocupando el segundo lugar como sistema operativo más utilizado con un 14.4%.
Microsoft anunciará hoy su nuevo Windows 9. Una versión que tiene como objetivo captar a toda esa resistencia que ha decidido no pasar de Windows 7 a Windows 8, ofreciendo la vuelta del menú clásico y “otros tantos caramelos”. Pero algo me dice que es más de lo mismo. Un sistema que intenta imponer un cambio de usabilidad como Windows 8, enfocado más a pantallas táctiles. Un error del que Microsoft no ha aprendido en su paso por Windows 8 y que no hará que quienes se encuentran muy agusto con Windows 7, actualicen.
|